martes, 29 de octubre de 2024

CUENTO DE HALLOWEEN

 Una noche de Halloween, dos hermanos que no querían acudir a ninguna celebración, se

 habían quedado solos en casa, mientras sus padres estaban en la fiesta de unos vecinos. 

Tras un rato viendo películas, decidieron jugar al escondite. El hermano mayor comenzó a contar hacia atrás mientras escuchaba los pasos de su hermano alejarse en busca de un buen escondite. 

Cuando terminó de contar, comenzó a buscar a su hermano. Empezó buscando en sus escondrijos favoritos: el armario de la entrada, detrás del sofá, bajo la cama, en el cesto de la ropa… Sin embargo, no estaba en ningún sitio. «¿Qué escondite habrá encontrado?», pensaba el hermano mayor que comenzaba a cansarse de buscar tanto sin encontrarle. 

De repente, comenzó a escuchar unos sonidos extraños que procedían del armario de su habitación. «¡Sal, sé que estás ahí, te he encontrado!».

Sin embargo, nadie abrió la puerta. Esperó unos segundos y harto del juego, abrió él mismo el armario. Miró detrás de los abrigos y las camisas pero, no vio a nadie allí. Se inclinó un poco hacia delante alargando la mano e intentando tocar el fondo del armario y, de repente, una mano fría agarró su mano e intentó tirar de ella hacia el armario. 

Enfadado le gritó a su hermano que le soltara pero, entonces, una voz detrás de él dijo: 

– Pero, ¿qué haces?, ¿no puedes encontrarme?

Era su hermano pequeño, entonces, ¿quién tiraba de él hacia dentro? El hermano mayor comenzó a gritar aterrado tratando desesperadamente de liberarse de aquella mano que intentaba meterle en el armario. Su hermano tiraba de él también hasta que consiguieron soltarle. 

Sobre su mano quedaron unos arañazos que jamás desaparecieron. Durante años, cada 31 de octubre, escucharon unos ruidos extraños procedentes de aquel armario, que nunca, se atrevieron a volver a abrir.

jueves, 24 de octubre de 2024

DÍA DE LAS BIBLIOTECAS

“Érase una vez un viajero que llegó desde un lugar lejano a un pueblo en el que no había libros. Se sentó a descansar en la plaza mayor y sacó de su morral un viejo volumen de cuentos. Cuando empezó a leer en voz alta, los niños, que nunca habían visto nada semejante, se sentaron a su alrededor para escucharlo.

El visitante relató historias que fascinaron a sus oyentes y les hicieron soñar con fantásticas aventuras en reinos maravillosos. Cuando terminó, cerró el libro para volver a guardarlo en su morral. Nadie se percató de que, al hacerlo, escapaban de entre sus páginas algunas palabras sueltas que cayeron al suelo

El viajero se marchó por donde había venido; tiempo después, los habitantes del pueblo descubrieron el pequeño brote que elevaba sus temblorosas hojitas hacia el sol, en el lugar en el que habían caído las palabras perdidas.

Todos asistieron asombrados al crecimiento de un árbol como no se había visto otro. Cuando llegó la primavera, el árbol exhibió con orgullo unas hermosas flores de pétalos de papel. Y, con los primeros compases del verano, dio fruto por primera vez.


Y sus ramas se cuajaron de libros de todas clases. Libros de aventuras, de misterio, de terror, de historias de tiempos pasados, presentes y futuros. Algunos se atrevieron a coger esos frutos, y había un sabio en el lugar que les enseñó a leer para poder disfrutarlos.

A veces, la brisa soplaba y sacudía las ramas del árbol. Las hojas de los libros se agitaban y dejaban caer nuevas palabras. Y pronto hubo más brotes por todo el pueblo; y en apenas un par de años, los árboles-libro estaban por todas partes.

Un día, los más sabios del lugar se reunieron y acordaron compartir su tesoro con el resto del mundo. Eligieron a un grupo de jóvenes y los animaron a escoger un libro del primer árbol que había crecido en el pueblo. Después, los enviaron a recorrer los caminos.

Ellos se repartieron por el mundo, buscando un hogar para su preciada carga, y así, con el tiempo, cada uno dejó su libro en una biblioteca diferente.

Y cuenta la historia que allí siguen todavía. Que hay algunas bibliotecas que guardan entre sus estantes un libro especial que deja caer palabras-semilla. Y que, si aterrizan en el lugar adecuado, cada una de esas palabras crecerá hasta convertirse en un árbol que dará como fruto nuevos libros.

Animaos a entrar en ellas y a explorar sus estanterías, viajeros; porque quizá deis por casualidad con un libro cuyas palabras echen raíces en vuestro corazón y hagan crecer un magnífico árbol de historias cuyas semillas puedan llegar a cambiar el mundo.”

¡Feliz día de la biblioteca!


LAURA GALLEGO