No hace mucho tiempo, en la época de tus abuelos, cuando
los niños se echaban la siesta por la tarde para estar más descansados y
activos durante el juego interminable de esos días de verano.
Una tarde de verano, después de comer, una voz me dijo:
-Marcos, la hora de la siesta.
En contra de mis principios no tuve más remedio que
obedecer.
Dicho y hecho, me eché en el sofá (era un logro, antes debía
hacerlo en la cama) y empecé a soñar.
El protagonista era yo .Había llegado a un país fantástico
cuyos habitantes eran las letras, se llamaba LETRILANDIA.
Cada uno de los habitantes iba a su bola y no les
importaban los demás:
La “r” de reloj miraba de reojo a la “t” que siempre se
metía con ella con el tic-tac.
La “f” se pasaba el día molestando con la flauta.
La “c” no salía nunca, siempre estaba en casa.
La “a” no paraba de volar en la abeja.
¡A lo que estamos! Cierto día de mucho calor todas las
letras paseaban por el campo y tenían mucha sed .Un grupo formado por la
c-s-o-r-o-r-o se acercó a un pozo a
beber agua y ¡zas!; se cayeron.
No podían salir por mucho que lo intentaban individualmente: la “s”
siseaba ¡ssss! , la “r” vibraba ¡rrrrr!,….pero nada.
Ya les quedaba poco tiempo de vida hasta que cada una
olvidándose de su individualidad decidió colaborar con el grupo para un mismo
fin: la salvación.
Tras muchas deliberaciones consiguieron juntarse y
ponerse en orden formando la palabra SOCORRO. Yo que pasaba por allí me asomé
al pozo y las vi. Muy rápido las cogí y saqué del pozo.
Ya libres, saltaban y gritaban de alegría y se lo fueron
a contar al resto de las letras .Desde entonces los habitantes de aquella aldea
dejaron de ser egoístas e individuales y cooperaban y se ayudaban en todo. Levantaron
un monumento en la entrada del pueblo que decía:
“Una para todas y todas para una”
Me desperté y continué jugando toda la tarde con mis
amigos.
Autor:ENRIQUE GARCÍA GARCÍA
Me ha encantado la historia. ¡Es muy bonita!
ResponderEliminarInma
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