Un
día vinieron unos piratas de verdad al restaurante y el niño se empeñó en
servirles. Estaba muy emocionado porque iba a conocer piratas de verdad. Se
hicieron amigos y cuando llegó la hora de despedirse les pidió que les llevara
con ellos.
-
No puede ser.- Dijo el capitán pirata- Es una vida muy dura para un niño.
Y lo dejaron en el restaurante más triste que
nunca.
Estaba limpiando la mesa cuando... ¡se
encontró con un mapa! Pero no un mapa cualquiera...." ¡Era el mapa del
tesoro!
Al poco volvieron los piratas y le
preguntaron:
- Niño, ¿no habrás visto un mapa del tesoro
por aquí? - Siiiiiiiiiiiiiii- Contestó el pequeño muy contento.- Pero sólo os
lo daré si me lleváis con vosotros a buscar el tesoro.- les dijo con firmeza
Así
fue como los piratas se lo llevaron con ellos al barco.
Cuando estaban en alta mar estalló una gran
tormenta que agitó al barco de una lado para otro. El niño gritó a los piratas:
Y todos los piratas se ataron al barco.
Cayeron
rayos...
Pom,
pum catapuuuuum
Y
truenos
Croooc, catacroooooc ¡Y relámpagos!
¡Catapum
chimpún!
Pero,
de repente, se acabó la tormenta.
El capitán pirata les pregunto a todos si
estaban bien y todos contestaron:
- ¡Siiiiii
-
Muy bien niño. –le felicitó el capitán por tener una idea tan buena.- Como
premio puedes subirte al palo mayor.
El
niño, muy contento, se subió al palo mayor y desde arriba…
Entonces, los piratas se bajaron a tierra y
miraron el mapa.
Primero,
tenían que atravesar la selva de los monos furiosos
¡Uh.
Ah. Uh!
Luego, la cueva del dragón zampón.
¡Gruarrrrrrr!
Y
por último, encontrar una X muy grande.
Pronto llegaron a la selva de los monos
furiosos y empezaron a caerles cocos en la cabeza.
¡Ay! ¡ay!
Los
monos se los estaban tirando desde los árboles.
El
niño les dijo que abrieran sus paraguas y los cocos empezaron a rebotar. Así
lograron salir de la selva de los monos que cada vez estaban más y más furiosos
¡Uh. Ah. Uh!
Los
piratas llegaron a la cueva del dragón zampón.
De
repente, salió un dragón muuuuy feo
Los
piratas se echaron a temblar. Entonces, el niño les gritó:
-
Rápido. Tiradles vuestros bocatas de chorizo.
- Noooooo, que están muy buenos.- Protestaron
los piratas
-
Síiiiiiiii, que si no nos come.
Todos le tiraron sus bocatas de chorizo.
- Ñam, ñam, gruaaaar ¿qué es esto tan rico?-
Exclamó el dragón. Mientras se inflaba a bocatas los piratas escaparon
corriendo.
Una vez a salvo se pusieron a buscar la X muy
grande.
Pero no la encontraban por ningún lado.
El
niño decidió subirse a la palmera más alta para ver mejor. Desde allí pudo
verla. Era tan grande que no se veía desde el suelo.
Indicó a los piratas dónde estaba y se
pusieron a cavar.
Encontraron un cofre, pero no un cofre
cualquiera... ¡Era el cofre del tesoro!
Y dentro había... ¡Monedas! ¡Chuches! ¡Juguetes!
¡Joyas! ¡Espadas! ¡Escudos! Y muchas cosas más.
Los
piratas se llevaron el tesoro al barco para repartirlo. El capitán pirata le
dijo al niño que podía quedarse con ellos y vivir muchas aventuras. Y colorín
colorado, ¡este cuento se ha acabado!
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