Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio
para que interpretase su sueño. “¡Qué desgracia, Mi Señor! Cada diente caído representa la pérdida de
un pariente de Vuestra Majestad”, dijo el sabio. “¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme
semejante cosa? ¡Fuera de aquí! ¡Que le den cien latigazos!”, gritó el Sultán enfurecido. Más tarde
ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán
con atención, le dijo: “¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que
sobrevivirás a todos vuestros parientes”. Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y
ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo
admirado: “¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer
sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. El
segundo sabio respondió: “Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes
desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la
felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la
lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la
ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.”
LO QUE DES CON TERNURA SIEMPRE DURA
Alumnos de 5º de primaria.Maratón de cuentos 2017.Colegio Badiel
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