El Guardabosques ha tenido una idea excelente. Ha enviado una invitación a todos los animales para celebrar el carnaval. Se hará un gran baile y todo el mundo se tendrá que disfrazar.
El caracol Ramón también está invitado, pero no sabe cómo vestirse. Mientras se lo piensa, empieza a andar, anda que andarás, ve una mariposa que le dice:
- Hola Caracol, ¿iras a la fiesta con un vestido tan feo?
- Este vestido es mi casa y no me lo cambiaré en absoluto para ir al baile. ¡Además, tú tampoco vas disfrazada!
- ¡Claro está que no! ¿Cómo quieres que esconda mis alas tan bonitas? ¿Quién verá mi cuerpo tan bufón si me pongo un disfraz?- Contesta la mariposa.
- Pero tú que no eres bonito como yo, te tendrías que disfrazar.
- ¡Déjame, presumida! Iré a la fiesta como me guste.
Entonces la mariposa empieza a volar puliéndose las alas con el polen de las flores y el caracol Ramón se queda un poco triste.
De repente el caracol Ramón descubre a un duende muy viejo que lo observa escondido entre los árboles.
- ¡Hola caracol Ramón! ¿Qué te pasa?
- No puedo ir a la fiesta: soy feo y no me va bien ningún disfraz.
- Eso no es cierto. Yo te haré bonito como un sol.
El duende saco un tarro de pintura de su saco y pinto de color amarillo la casa del caracol Ramón.
- ¿Lo ves?, mírate en el charco. Eres un caracol de oro y pareces un sol.
- ¡Oh, gracias, sabio duende! Es un disfraz magnífico.
El caracol Ramón llegó a la fiesta cuando el baile empezaba. Hormigas, mariquitas y escarabajos rodeaban a la mariposa boquiabiertos por su belleza. La mariposa estaba sonriente y llevaba una corona de reina.
Pero cuando se acerco el caracol Ramón, todos se quedaron impresionados:
- ¡Es el disfraz más bonito que he visto nunca! ¡El caracol Ramón parece un sol que rueda!
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