Érase una vez una familia que, harta de vivir en la ciudad, se mudó a una casa en las afueras. Alquilaron una preciosa casa apartada y tranquila, estaba en un paraje en medio del bosque. A los padres, les resultó increíblemente barata para lo grande que era, casi una mansión. Estaban sorprendidos con la suerte que habían tenido.
Semanas después de haberse mudado, un lugareño que pasaba por allí, les contó que la casa estaba embrujada, y les dijo que era tan barata porque nadie quería vivir en ella. Sin embargo, a ellos, que no creían en historias de fantasmas, les pareció genial haber encontrado esa mansión sin habitar. Incluso se reían de las creencias de aquellas gentes de pueblo.
Tiempo después de vivir allí, la niña pequeña le comentó a su madre
- Mamá hoy el señor Landin me ha contado una historia genial.
- ¿El señor Landin?
- Claro mamá, el jardinero. Todos los días paso un ratito con él y me explica unas historias increíbles sobre este pueblo.
- ¿Qué jardinero?
- Mamá, el jardinero. El que está ahí quitando las hojas de la entrada, como todas las mañanas.
- Hija, nunca tuvimos jardinero.
Miraron hacia el porche y allí no había nadie, más que un montón de hojas apiladas y un rastrillo junto a ellas. Aquella misma mañana, hicieron las maletas, cargaron el coche y nunca más regresaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario