jueves, 25 de abril de 2013

EL MONSTRUO ESCONDIDO EN EL ARMARIO



Idea y enseñanza principal


Casi siempre los miedos son infundados y se basan en lo desconocido o lo que es diferente



Había un niño que tenía mucho miedo de dormir a oscuras, porque pensaba que la habitación se llenaría de monstruos. Pero llegó un día en que era tan mayor que ya no podía dormir con luz.
Esa noche estaba muerto de miedo, pensando en los monstruos; tanto, que fue a su armario por una linterna. Pero al abrir la puerta, se encontró un monstruo frente a frente, y dió el grito más grande del mundo. Entonces el monstruo dio un paso atrás, agarró sus pelos de colores con sus tentáculos y ... ¡se puso a llorar! y lloró tanto y tanto tiempo que al niño se le pasaron el susto y el miedo. Como pudo calmó al monstruo y empezó a hablar con él, preguntándole por qué lloraba y qué hacía allí. El monstruo le contó que vivía en el armario, pero que casi nunca salía de allí por miedo al niño. Cuando le preguntó por qué, resultó que la cara del niño le parecía lo más horrible que había visto nunca, con ojos, orejas y nariz. Lo mismo pensaba el niño del monstruo, que tenía una enorme cabeza llena de bocas y pelo. Hablaron tanto que se hicieron bastante amigos, y entonces comprendieron que ambos tenían miedo de lo mismo: aquello que no conocían. Para no tener miedo, ¡sólo tenían que conocer a los demás!. Así que juntos fueron por el mundo viendo leones, tigres, cocodrilos, dragones... y a todos los conocían primero, y a todos los convertían en sus amigos sin sentir miedo alguno.
Y aunque sus papás están contentos porque piensan que su hijo ya es mayor para pensar que los monstruos existen, lo que de verdad ocurre es que el niño habla y se hace amigo de todas las criaturas que visitan de noche su habitación.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán

domingo, 21 de abril de 2013

LOS DAÑOS COLATERALES DE UN MODELO EDUCATIVO CENTRADO EN LAS PANTALLAS.



En líneas generales, este modelo se podría resumir de la siguiente manera: las escuelas serían esos espacios en los que se habla, se hacen proyectos en grupo y se recibe ayuda individualizada por parte de los profesores, mientras que en las casas se ven los vídeos. De esta manera, comenta Wade Roberts,  director ejecutivo de Educreations, se consigue una educación mucho más personalizada.
Los bibliotecarios, continúa Springen, cumplen una función primordial en este modelo educativo, ya que ofrecen vídeos a los estudiantes y les recomiendan páginas web. La idea es utilizar la tecnología para asegurarse de que el tiempo que se pasa en el aula no se invierte en impartir contenidos sino en debatir de forma abierta sobre ellos.
Hay profesores que consideran apropiado este sistema por que permite “ganar tiempo al tiempo” y porque les ofrece a los alumnos la posibilidad de repasar y ver cuantas veces sea preciso una determinada cuestión de forma autónoma.
Desde luego, señala Springen, aunque un bibliotecario o un docente hayan hecho un vídeo, esto no implica que los estudiantes vayan a verlo. En aulas en las que se enfrentan a un alto nivel de apatía, los estudiantes no van a seguir la recomendación de ver determinada grabación por mucho que se les pida. Además, añade, tampoco existe una forma de garantizar que los estudiantes han visto los vídeos. Hay profesores que lanzan preguntas en la clase para comprobar si ha sido así y de lo contrario siempre tienen preparado un plan alternativo para asegurarse de que los estudiantes adquieren los conocimientos necesarios.
Por otro lado también hay que tener en cuenta a los estudiantes que no cuentan con dispositivos móviles o con conexión a internet en sus casas. Es en esas circunstancias en las que los bibliotecarios escolares cumplen una función primordial al habilitar el acceso a la red además de que muchos profesores pasan estos vídeos a DVD.
Hay educadores que consideran este modelo educativo demasiado pasivo y creen que la manera en la que mejor aprenden los estudiantes es aquella en la que participan, no en la que se sientan delante de una pantalla a ver como “otros” hacen. A propósito de esta pasividad, también hay quien llama la atención sobre el tiempo que pasan estos niños sentados delante de una pantalla. La Academia Americana de Pediatras recomienda que los pequeños no pasen más de dos horas sentados delante de la televisión, ya que es una de las causas de la obesidad infantil, desarreglos en el sueño o problemas en el comportamiento además de que les quita tiempo para jugar.
Pero no hay que equivocarse, finaliza Springen, los estudiantes necesitan sentir que sus profesores los están guiando y mostrándoles los mejores materiales y que no sólo se limitan a proporcionarles un listado de vídeos. Por lo demás, los docentes todavía deben seguir con los modelos tradicionales de evaluación.