martes, 1 de abril de 2014

A MI HIJA ,A MI HIJO,LE GUSTA LEER MUCHO ¿QUÉ MÁS PUEDO HACER?

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Tener hijos a los que les gusta leer mucho constituye una gran ventaja, pero debemos seguir atentos para que la afición permanezca, Siempre podremos hacer algo más para ayudarles a evolucionar como lectores y afianzar el hábito que están adquiriendo.

Nuestro ejemplo, nuestro consejo y orientación siguen siendo necesarios en la elección de lecturas y en la formación de un criterio propio y de una visión crítica y personal sobre los libros.

En esta labor, podemos tomar alguna iniciativa más: la suscripción a revistas infantiles y juveniles que incluyan reseñas de libros; la lectura de suplementos de periódicos dirigidos a estas edades; la consulta de servicios especializados en Internet donde se presentan novedades o se proponga la participación en foros sobre los libros; el acercamiento progresivo hacia la literatura de adultos, leyéndoles algunos pasajes de nuestros libros o comentando lo que estamos leyendo nosotros; la creación de un club de lectura con sus amigos, para intercambiar libros o discutir sobre sus gustos literarios...

Otra posibilidad para los pequeños muy aficionados a la lectura, y quizás también para los no tan pequeños, es orientarles hacia la escritura: ¿te gustaría escribir aventuras semejantes a las que estás leyendo?. Con alguna indicación por nuestra parte, pueden aprender a crear historias y compartirlas con los amigos.

Sea cual sea el nivel de lectura de nuestros hijos, debemos seguir cerca de ellos, porque el hábito de la lectura se construye paso a paso. La pasión por los libros hay que seguir alimentándola de manera constante.
Leer te da más. Guía para padres Secretaría General de Educación y Formación Profesional. MECD. Madrid: MECD, 2002

MIRANDO POR LA VENTANA



                   Idea y enseñanza principal


                                  Los amigos están para animar en los malos momentos



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Había una vez un niño que cayó muy enfermo. Tenía que estar todo el día en la cama sin poder moverse. Como además los niños no podían acercarse, sufría mucho por ello, y empezó a dejar pasar los días triste y decaido, mirando el cielo a través de la ventana.
Pasó algún tiempo, cada vez más desanimado, hasta que un día vio una extraña sombra en la ventana: era un pingüino comiendo un bocata de chorizo, que entró a la habitación, le dio las buenas tardes, y se fue. El niño quedó muy extrañado, y aún no sabía qué habría sido aquello, cuando vio aparecer por la misma ventana un mono en pañales inflando un globo. Al principio el niño se preguntaba qué sería aquello, pero al poco, mientras seguían apareciendo personajes locos por aquella extraña ventana, ya no podía dejar de reír, al ver un cerdo tocando la pandereta, un elefante saltando en cama elástica, o un perro con gafas que sólo hablaba de política ...
Aunque por si no le creían no se lo contó a nadie, aquellos personajes teminaron alegrando el espíritu y el cuerpo del niño, y en muy poco tiempo este mejoró notablemente y pudo volver al colegio.
Allí pudo hablar con todos sus amigos, contándoles las cosas tan raras que había visto. Entonces, mientras hablaba con su mejor amigo, vio asomar algo extraño en su mochila. Le preguntó qué era, y tanto le insistió, que finalmente pudo ver el contenido de la mochila: ¡¡allí estaban todos los disfraces que había utilizado su buen amigo para intentar alegrarle!!
Y desde entonces, nuestro niño nunca deja que nadie esté solo y sin sonreir un rato.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán