martes, 28 de octubre de 2014

Dibujitos de Halloween


Valor Educativo Alegría frente al miedo
Idea y enseñanza principal Un simpático cuento de Halloween que invita a acercarse al tema de los monstruos y el miedo con una sonrisa.
 Ambientación Una escuela antigua.
 Personajes Un brujo y una anciana
 
Hubo una vez un brujo malo, malísimamente malo, que tuvo la nefasta idea de utilizar todas sus piedras mágicas para conseguir el conjuro más aterrador. Pero quería que fuese algo tan terrible y siniestro que nada le parecía suficientemente malvado. Hasta que un día observó a unos niños pequeños dibujando en la escuela. Cualquier persona normal hubiera pensado que aquellos dibujos de líneas torcidas y un poco difíciles de entender eran una maravilla habiéndolos hecho unos niños tan pequeños, pero los malvados ojos de aquel brujo vieron una cosa muy distinta: ¡una aterradora fábrica de monstruos! Supongo que algo de razón tendría: después de todo, los dibujos de los niños suelen tener las cabezas grandes, peludas y deformes; o demasiados brazos y piernas; y además casi siempre están llenos de colores, y tienen ojos inmensos, dedos larguísimos y bocas torcidas.
Entusiasmado, el brujo corrió a su guarida, juntó tanta magia negra como pudo y, al caer la noche, gritó su hechizo a las sombras:
- “Criaturas de la noche,
Criaturas del papel,
Las que dibujan los niños
Un poco más mal que bien
Cada año, en esta noche
Debéis salir a correr”
Ojalá pudiera decir que era un brujo penoso y su hechizo no salió bien, pero no sería verdad. Su hechizo fue perfecto, y esa noche todos los dibujos de los niños pequeños cobraron vida, y se convirtieron en monstruos de boca torcida que asustaron a todo el mundo. Eso sí, fue precisamente aquel brujo tonto quien más miedo pasó, y salió huyendo de allí tan rápido que nadie volvió a verlo nunca. Y de esta forma, habiendo desaparecido el brujo sin anular el hechizo, cada año, al llegar aquella noche, los dibujos despertaban y aterrorizaban a todo el mundo.
Habían pasado casi cien años de sustos cuando Nora, una viejecita arrugada que aún conservaba su alma de niña, reconoció en uno de aquellos monstruos el dibujo que había hecho tantísimos años atrás. A la mañana siguiente, buscó entre sus viejísimos cuadernos y encontró el dibujo. Al mirarlo, se dio cuenta de que lo había hecho con la boca torcida, y que los gruñidos de aquella boca torcida incapaz de hablar eran lo que más miedo le había dado del monstruo. Así que tomó una goma y un lápiz, y cambió la boca torcida por una gran y perfecta sonrisa. Aunque era viejísima, esperó un año entero sin morirse, y sin ponerse enferma ni siquiera un día, de tantas ganas que tenía de comprobar si el cambio en su dibujo tendría algún efecto en el monstruo…
Y vaya si lo tuvo, porque esa noche hubo un monstruo que no andaba gruñendo ni dando sustos, sino que se portaba de forma amable y sonriente. Y, sin perder ni un minuto, Nora juntó a sus muchos nietos, biznietos y tataranietos, y les envió a buscar sus antiguos cuadernos para cambiar hasta la última de las bocas torcidas por una gran sonrisa. Y, con su nuevo aspecto amable y simpático, aquellos monstruos ya no daban nada de miedo, sino que entraban ganas de regalarles dulces y golosinas.
Y así fue cómo los niños de todo el mundo aprendieron, a base de dibujar sonrisas, a convertir cualquier tipo de monstruo en una criatura simpática y dulce, y convirtieron la aterradora noche de Halloween en una gran fiesta.


Autor.. Pedro Pablo Sacristán


viernes, 10 de octubre de 2014

HISTORIA DE TOM CABEZA VACIA , EL BUSCADOR DE TESOROS

Valor Educativo Estudio y lectura
Idea y enseñanza principal Desarrollar el gusto por el estudio y el aprendizaje proporcionará una vida mucho más interesante y llena de oportunidades
Ambientación Un barco pirata
Personajes Un capitán pirata y uno de sus marineros

No quieras saber cómo Tom Cabeza Vacía llegó a ser pirata. Resulta que él odiaba ir al colegio, y tener que estudiar y hacer deberes, así que cuando el famoso capitán pirata Barbadepega pasó por su ciudad buscando jóvenes marineros aspirantes a ser piratas, Tom se apuntó el primero. Y es que en el barco de Barbadepega había que dedicar todo el tiempo a buscar tesoros, y si se encontraba a alguien estudiando o leyendo se le encerraba en el cuarto de las ratas para ser devorado por ellas.

Así fue como Tom inició su vida de pirata buscatesoros. Pero era una vida difícil. Trabajaban duro limpiando y cuidando el barco y, además, los mapas que encontraban llevaban siempre a pequeños tesoros. Y después de repartirlos apenas conseguían lo suficiente para comprar un poco de comida y algo de ropa, así que eran mucho más pobres que ricos. Eso sí, Barbadepega les animaba constantemente con promesas de grandes tesoros y canciones que recordaban que en aquel barco no hacía falta leer ni estudiar.

Pero un día alguien del barco le robó a Tom la poca comida que le quedaba, y dos días después sintió tanta hambre que decidió entrar al cuarto de las ratas para comerse una. Nadie se atrevía a acercarse allí, y Tom lo hizo de noche y a escondidas. Pero, al entrar, no encontró ni una sola rata, sino un cuarto secreto, limpio y recogido, lleno de… ¡libros! Entonces oyó unas voces que se acercaban y solo pudo esconderse y escuchar…

Cuando salió del falso cuarto de las ratas Tom estaba furioso. Barbadepega y su contramaestre eran unos estafadores. Estudiaban y leían sobre antiguos y fabulosos tesoros, pero los buscaban a escondidas de todos y se los quedaban para ellos. Para sus marineros solo dejaban ridículos tesoros que ellos mismos escondían de vez en cuando. Pero no era esto lo que más enfadó a Tom: lo que de verdad lo llenó de rabia fue oír cómo Barbadepega se reía de sus incultos marineros y sus cabezas vacías, de lo fácil que era engañarles, y de lo tontos y pobres que seguirían siendo siempre por haber dejado los estudios para irse con un pirata.

Aquello espabiló a Tom que, desde ese momento, esperaba cada noche a que todos durmieran para visitar el cuarto de las ratas, donde pasaba el tiempo estudiando todo tipo de libros. Pronto se dio cuenta de que aprendiendo sobre tantas cosas se le ocurrían mejores ideas, y encontraba formas de hacer casi todo mejor y más rápido, aunque él disimulaba comportándose como el más tonto de los marineros. Y cuando, al cabo de algunos años, comprobó que ya era capaz de averiguar dónde se escondían los tesoros, incluso antes que Barbadepega, decidió abandonar el barco pirata. Justo una semana después, ocurrió lo inimaginable: por primera vez alguien se adelantó a Barbadepega, y cuando este llegó el tesoro ya no estaba. En su lugar solo encontraron una calavera hueca de sonrisa burlona, colocada sobre una montaña de libros.

Aquel se convirtió en el escudo de Tom Cabeza Vacía que, con lo que ganó con su primer tesoro, compró su propio barco y buscó su propia tripulación. Pero, al contrario de lo que hacía Barbadepega, él solo admitía gente estudiosa. Y, en lugar de engañarles, les animaba a buscar los tesoros con él, y compartía con ellos la mayor parte de lo que conseguían. El resultado fue que, entre tanta gente sabia, encontraban los tesoros mucho antes, y el malvado Barbadepega solo llegaba a tiempo de encontrar cabezas vacías y burlonas cada vez que intentaba descubrir un nuevo tesoro. Y ni sus más pegadizas canciones, ni sus más exageradas promesas, pudieron impedir que todos sus marineros le abandonaran para retomar sus estudios y tratar de conseguir una plaza de pirata sabio en el famoso barco de Tom Cabeza Vacía.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan