En líneas generales, este modelo se podría resumir de la siguiente 
manera: las escuelas serían esos espacios en los que se habla, se hacen 
proyectos en grupo y se recibe ayuda individualizada por parte de los 
profesores, mientras que en las casas se ven los vídeos. De esta manera,
 comenta Wade Roberts,  director ejecutivo de Educreations, se consigue 
una educación mucho más personalizada.
 Los bibliotecarios, continúa Springen, cumplen una función primordial 
en este modelo educativo, ya que ofrecen vídeos a los estudiantes y les 
recomiendan páginas web. La idea es utilizar la tecnología para 
asegurarse de que el tiempo que se pasa en el aula no se invierte en 
impartir contenidos sino en debatir de forma abierta sobre ellos.
 Hay profesores que consideran apropiado este sistema por que permite 
“ganar tiempo al tiempo” y porque les ofrece a los alumnos la 
posibilidad de repasar y ver cuantas veces sea preciso una determinada 
cuestión de forma autónoma.
 Desde luego, señala Springen, aunque un bibliotecario o un docente 
hayan hecho un vídeo, esto no implica que los estudiantes vayan a verlo.
 En aulas en las que se enfrentan a un alto nivel de apatía, los 
estudiantes no van a seguir la recomendación de ver determinada 
grabación por mucho que se les pida. Además, añade, tampoco existe una 
forma de garantizar que los estudiantes han visto los vídeos. Hay 
profesores que lanzan preguntas en la clase para comprobar si ha sido 
así y de lo contrario siempre tienen preparado un plan alternativo para 
asegurarse de que los estudiantes adquieren los conocimientos 
necesarios.
 Por otro lado también hay que tener en cuenta a los estudiantes que no 
cuentan con dispositivos móviles o con conexión a internet en sus casas.
 Es en esas circunstancias en las que los bibliotecarios escolares 
cumplen una función primordial al habilitar el acceso a la red además de
 que muchos profesores pasan estos vídeos a DVD.
 Hay educadores que consideran este modelo educativo demasiado pasivo y 
creen que la manera en la que mejor aprenden los estudiantes es aquella 
en la que participan, no en la que se sientan delante de una pantalla a 
ver como “otros” hacen. A propósito de esta pasividad, también hay quien
 llama la atención sobre el tiempo que pasan estos niños sentados 
delante de una pantalla. La Academia Americana de Pediatras recomienda 
que los pequeños no pasen más de dos horas sentados delante de la 
televisión, ya que es una de las causas de la obesidad infantil, 
desarreglos en el sueño o problemas en el comportamiento además de que 
les quita tiempo para jugar.
 Pero no hay que equivocarse, finaliza Springen, los estudiantes 
necesitan sentir que sus profesores los están guiando y mostrándoles los
 mejores materiales y que no sólo se limitan a proporcionarles un 
listado de vídeos. Por lo demás, los docentes todavía deben seguir con 
los modelos tradicionales de evaluación.