viernes, 29 de julio de 2016

EL NIÑO QUE QUERÍA SER PIRATA

Un día vinieron unos piratas de verdad al restaurante y el niño se empeñó en servirles. Estaba muy emocionado porque iba a conocer piratas de verdad. Se hicieron amigos y cuando llegó la hora de despedirse les pidió que les llevara con ellos.
- No puede ser.- Dijo el capitán pirata- Es una vida muy dura para un niño.
 Y lo dejaron en el restaurante más triste que nunca.
 Estaba limpiando la mesa cuando... ¡se encontró con un mapa! Pero no un mapa cualquiera...." ¡Era el mapa del tesoro!
 Al poco volvieron los piratas y le preguntaron:
 - Niño, ¿no habrás visto un mapa del tesoro por aquí? - Siiiiiiiiiiiiiii- Contestó el pequeño muy contento.- Pero sólo os lo daré si me lleváis con vosotros a buscar el tesoro.- les dijo con firmeza
Así fue como los piratas se lo llevaron con ellos al barco.
 Cuando estaban en alta mar estalló una gran tormenta que agitó al barco de una lado para otro. El niño gritó a los piratas:
 - ¡Rápido! ¡Ataros al barco y así no os caeréis!
 Y todos los piratas se ataron al barco.
Cayeron rayos...
Pom, pum catapuuuuum
Y truenos
 Croooc, catacroooooc ¡Y relámpagos!
¡Catapum chimpún!
Pero, de repente, se acabó la tormenta.
 El capitán pirata les pregunto a todos si estaban bien y todos contestaron:
 - ¡Siiiiii
- Muy bien niño. –le felicitó el capitán por tener una idea tan buena.- Como premio puedes subirte al palo mayor.
El niño, muy contento, se subió al palo mayor y desde arriba…



 - ¡Tierra a la vista!- Vio una isla, pero no una isla cualquiera... ¡Era la isla del tesoro!
 Entonces, los piratas se bajaron a tierra y miraron el mapa.
Primero, tenían que atravesar la selva de los monos furiosos
¡Uh. Ah. Uh!
 Luego, la cueva del dragón zampón.
¡Gruarrrrrrr!
Y por último, encontrar una X muy grande.
 Pronto llegaron a la selva de los monos furiosos y empezaron a caerles cocos en la cabeza.
 ¡Ay! ¡ay!
Los monos se los estaban tirando desde los árboles.
El niño les dijo que abrieran sus paraguas y los cocos empezaron a rebotar. Así lograron salir de la selva de los monos que cada vez estaban más y más furiosos
 ¡Uh. Ah. Uh!
Los piratas llegaron a la cueva del dragón zampón.
De repente, salió un dragón muuuuy feo
- ¡Gruaaaaaaarl! ¡Tengo mucha hambre!- Rugió.- Os voy a comer a toooodos
Los piratas se echaron a temblar. Entonces, el niño les gritó:
- Rápido. Tiradles vuestros bocatas de chorizo.
 - Noooooo, que están muy buenos.- Protestaron los piratas
- Síiiiiiiii, que si no nos come.
 Todos le tiraron sus bocatas de chorizo.
 - Ñam, ñam, gruaaaar ¿qué es esto tan rico?- Exclamó el dragón. Mientras se inflaba a bocatas los piratas escaparon corriendo.
 Una vez a salvo se pusieron a buscar la X muy grande.
 Pero no la encontraban por ningún lado.
El niño decidió subirse a la palmera más alta para ver mejor. Desde allí pudo verla. Era tan grande que no se veía desde el suelo.
 Indicó a los piratas dónde estaba y se pusieron a cavar.
 Encontraron un cofre, pero no un cofre cualquiera... ¡Era el cofre del tesoro!
 Y dentro había... ¡Monedas! ¡Chuches! ¡Juguetes! ¡Joyas! ¡Espadas! ¡Escudos! Y muchas cosas más.

Los piratas se llevaron el tesoro al barco para repartirlo. El capitán pirata le dijo al niño que podía quedarse con ellos y vivir muchas aventuras. Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

jueves, 21 de julio de 2016

CONSEJO

EL VERANO NO ES PARA APRENDER  Y 

SI,  PARA NO OLVIDAR

miércoles, 13 de julio de 2016

DOCTORA DIBUJOS

Valor Educativo Optimismo y alegría
Idea y enseñanza principal A menudo las carencias y situaciones difíciles nos dan la oportunidad de conseguir grandes cosas que no están al alcance de los demás

Ambientación Una clase de una escuela cualquiera

Personajes Varios dibujos hechos por niños


Cuento 
Tita cobró vida a medianoche, igual que todos los demás dibujos de aquel día de colegio.
- Por favor, formen una fila ordenada - decían unos amables policías- el Doctor Dibujos revisará a todo el mundo.
Mientras esperaba, Tita se enteró de que el Doctor Dibujos era el mejor cirujano del mundo, capaz de arreglar cualquier dibujo, aunque estuviera hecho por niños muy pequeños. Cada noche revisaba los nuevos dibujos y luego operaba a cuantos podía. Pero eran tantos que muchos tenían que seguir viviendo con sus fallos en la zona de los imperfectos, un lugar tremendamente triste.
- ¡Mirad! - gritó alguien - ¡Una Doctora Dibujos!
En un instante se montó un gran revuelo en torno a Tita. Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba en la consulta del Doctor Dibujos.
- Eres una doctora un poco rara. Tienes la bata y la cruz, de eso no hay duda. Pero no llevas herramientas y te falta una mano. Además, tienes la cabeza muy grande y una boca enorme. Me costará mucho operarte, pero te dejaré tan bien que podrás operar conmigo. Necesitamos todos los médicos posibles.
- ¿Es obligatorio que me opere, doctor? Me gusta como soy.
- ¿Queeeé?
El doctor se enfadó muchísimo. Nunca nadie había rechazado una de sus magníficas operaciones, y envió a Tita a la zona de los imperfectos.
- ¡Intenta arreglar a todos esos sin operarlos! - gritó furioso con tono de burla.
Tita no se enfadó. Es más, le pareció una gran idea. No tenía herramientas, pero seguía teniendo su bata de médico y su gran sonrisa. Se acercó a un triste jardinero sin nariz y le preguntó dulcemente.
- ¿Cuál es tu enfermedad, qué te hace estar tan triste?
- Nunca podré oler las flores, es lo peor que le podría pasar a un jardinero…
- Pues sí es un problema, pero no creo que sea tan grave ¿Sabías que hay flores preciosas que huelen mal, y por eso nadie las planta? La flor más grande del mundo es una de ellas… Tú podrías tener un jardín único.
Siguieron hablando un ratito. Poco después, sin que hicieran falta operaciones, el jardinero marchó contentísimo a plantar su nuevo jardín. Algo parecido ocurrió con Todopiés, el tristemente conocido niño sin manos, cuando descubrió que sus cuatro pies le convertirían en un futbolista irrepetible. O con la chica de los 20 dedos, que llegó a ser tan buena tocando el piano como haciendo cosquillas.
Los tratamientos de Tita, basados en dejar atrás las quejas y la tristeza y tratar de sacar lo mejor de cada uno, cambiaron para siempre la zona de los imperfectos, convirtiéndola en un lugar alegre y original. Muchos perfectos se fueron a vivir allí. Al final, incluso el Doctor Dibujos visitó a Tita para que le enseñara a practicar su maravillosa medicina, y juntos formaron un magnífico equipo médico.




Autor..PEDRO PABLO SACRISTAN

sábado, 2 de julio de 2016

DERECHOS DEL LECTOR

El Derecho a No Leer. Sin este derecho la lectura sería una trampa perversa. La libertad de escribir no puede ir acompañada del deber de leer.
El Derecho a Saltarse las Páginas. Por razones que sólo conciernen a nosotros y al libro que leemos.
El Derecho a No Terminar el Libro. Hay treinta y seis mil motivos para abandonar una lectura antes del final: la sensación de ya leída, una historia que no engancha, desaprobación por las tesis del autor...Inútil enumerar las 35.995 restantes, donde bien podía estar un posible dolor de muelas.
El Derecho a Releer. Por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la comprobación de la intimidad.
El Derecho a Leer Cualquier Cosa. Buscamos escritores, buscamos escrituras; se acabaron los meros compañeros de juego, reclamamos camaradas del alma.
El Derecho a Leer en Cualquier Lugar. Completad vosotros este punto.
El Derecho a Hojear. Autorización que nos concedemos para coger cualquier volumen de nuestra biblioteca, abrirlo por cualquier lugar y sumirnos en él un momento.
El Derecho a Leer en Voz Alta. Los libros se abren de par en par, y la multitud de los que se creían excluidos de la lectura se precipita detrás de él. (Suele pasar con la poesía cuando es cantada).
El Derecho a Callarnos. Nuestras razones para leer son tan extrañas como nuestras razones para vivir. Y nadie tiene poderes para pedirnos cuentas sobre esa intimidad.
Ya me callo.