No hace mucho tiempo, en la época de tus abuelos, cuando
los niños se echaban la siesta por la tarde para estar más descansados y
activos durante el juego interminable de esos días de verano.
Yo
era uno de esos niños y como a todos no me gustaba eso de la siesta .Era una
pérdida de tiempo: “¡Ya estaba la noche para dormir !” .
Una tarde de verano, después de comer, una voz me dijo:
-Marcos, la hora de la siesta.
En contra de mis principios no tuve más remedio que
obedecer.
Dicho y hecho, me eché en el sofá (era un logro, antes debía
hacerlo en la cama) y empecé a soñar.
El protagonista era yo .Había llegado a un país fantástico
cuyos habitantes eran las letras, se llamaba LETRILANDIA.
Cada uno de los habitantes iba a su bola y no les
importaban los demás:
La “l” siempre estaba en la luna.
La “r” de reloj miraba de reojo a la “t” que siempre se
metía con ella con el tic-tac.
La “f” se pasaba el día molestando con la flauta.
La “c” no salía nunca, siempre estaba en casa.
La “a” no paraba de volar en la abeja.
¿Serías
capaz de ayudarme a recordar a qué se dedicaban el resto de las letras? Vamos a intentarlo………………………………………………………..
¡A lo que estamos! Cierto día de mucho calor todas las
letras paseaban por el campo y tenían mucha sed .Un grupo formado por la
c-s-o-r-o-r-o se acercó a un pozo a
beber agua y ¡zas!; se cayeron.
No podían salir por mucho que lo intentaban individualmente: la “s”
siseaba ¡ssss! , la “r” vibraba ¡rrrrr!,….pero nada.
Ya les quedaba poco tiempo de vida hasta que cada una
olvidándose de su individualidad decidió colaborar con el grupo para un mismo
fin: la salvación.
Tras muchas deliberaciones consiguieron juntarse y
ponerse en orden formando la palabra SOCORRO. Yo que pasaba por allí me asomé
al pozo y las vi. Muy rápido las cogí y saqué del pozo.
Ya libres, saltaban y gritaban de alegría y se lo fueron
a contar al resto de las letras .Desde entonces los habitantes de aquella aldea
dejaron de ser egoístas e individuales y cooperaban y se ayudaban en todo. Levantaron
un monumento en la entrada del pueblo que decía:
“Una para todas y todas para una”
Me desperté y continué jugando toda la tarde con mis
amigos.
Autor:ENRIQUE GARCÍA GARCÍA