Valor Educativo Evitar las prisas
 
  Idea y enseñanza principal 
  A menudo nos perdemos grandes momentos con nuestros niños por dejarnos llevar por la impaciencia y las prisas
  
  
  El cuento más rápido del mundo había conseguido ser tan rápido porque muchos papás y mamás andaban persiguiéndolo.
- Mami, cuéntame un cuento
- No, que ya es muy tarde…
- Solo uno muy rápido, porfi…
Y entonces la mamá se lanzaba a la búsqueda de ese cuento tan rápido.
 Pero el cuento no quería que lo usaran de una forma tan poco 
respetuosa.
- Soy un cuento como todos los demás. Quiero que me cuenten con calma.
Y salía corriendo y no se dejaba atrapar. Hasta que una mamá le puso una trampa.
- Yo te contaré con calma - le dijo. Y el cuento, que tenía infinitas ganas de que lo contaran, no quiso escapar.
- Uuuuuuuuno - dijo la mamá muy despacio. - Ya está, ya te he contado
 un cuento. Justo como querías, uno rápido, y ahora a dormir.
El niño y el cuento se sintieron engañados, y juntos inventaron la forma de compensar aquella injusticia.
- Conseguiremos que mamá me lea tus páginas.
A la mañana siguiente, el niño había desaparecido. Su mamá lo buscó por todas partes, pero solo encontró un papel que decía:
- Volveré cuando tengas tiempo para leerme un cuento.
La mamá se angustió y se preguntaba dónde habría ido. Se olvidó del 
trabajo y de todas las demás cosas, y dedicó todo el día a buscar a su 
hijo. Al caer la noche, se sentía tan mal por haber hecho que su hijo se
 marchara por no haberle querido contar un cuento, que se puso a leer 
todos los cuentos de la casa. Pensó que si se los aprendía podría volver
 a contárselos si algún día volvía. Entonces encontró ese maldito 
cuento, “El cuento más rápido del mundo”. Era el único que no se sabía, 
porque nunca tenía tiempo para leerlo.
Cuando lo abrió, leyó sorprendida la historia de una madre que 
engañaba a su hijo para no contarle un cuento, y lo perdía, y lo buscaba
 por todas partes… Emocionada, leyó y leyó hasta el final, justo para 
descubrir que su niño estaba allí, escondido en la última página del 
cuento más rápido del mundo, esperando para darle un grandísimo abrazo, 
feliz de que su madre por fin hubiera tenido tiempo para leer un cuento.
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- Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado ¿Te ha gustado, cariño?
- ¡Claro que sí, mamá! Pero no ha sido el cuento más rápido del mundo.
- Ya, pero será mejor si lo dejamos así, por si lo encuentran alguna mamá o algún papá demasiado acelerados.
- Es verdad, seguro que les gustará.
- Pues ahora sí. Colorín, colorado, este cuento tan rápido a otra casa se ha marchado.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan