sƔbado, 24 de diciembre de 2011

UN TRATOCON SANTA CLAUS


Idea y enseƱanza principal
Aprender a reconocer el valor de las personas por encima de los regalos y juguetes propios de la Navidad
Julio estaba tan enfadado por los pocos regalos que había recibido la Navidad anterior, que la carta que escribió a PapÔ Noel aquel año resultó tan dura que el mismo Santa Claus fue a visitarlo unos días antes.
- ¿Por quĆ© tanto enfado y tantos regalos? - preguntó PapĆ” Noel- ¡Pero si tienes un montón de amigos!
- ¡Me da igual! Quiero mĆ”s juguetes y menos amigos.
Y tan molesto estaba que el bueno de Santa Claus tuvo que proponerle un trato:
- EstƔ bien. Como muchos otros niƱos me han pedido tener mƔs amigos, te darƩ un regalo mƔs por cada amigo al que renuncies para que se lo pueda ofrecer a otros niƱos.
- ¡Hecho! - dijo el niƱo sin dudar.. -AdemĆ”s, puedes quedĆ”rtelos todos.
Aquella Navidad Julio se encontró con una enorme montaña de regalos. Tantos, que dos días después aún seguía abriéndolos. El niño estaba feliz, gritaba a los vientos lo mucho que quería a Santa Claus, y hasta le escribió varias cartas de agradecimiento.
Luego comenzó a jugar con sus regalos. Eran tan alucinantes que no pudo esperar a salir a la calle para mostrÔrselos a los demÔs niños.
Pero, una vez en la calle, ninguno de los niños mostró interés por aquellos juguetes. Y tampoco por el propio Julio. Ni siquiera cuando este les ofreció probar los mejores y mÔs modernos aparatos.
- Vaya- pensó el niño - supongo que me he quedado sin amigos. Bueno, qué mÔs da, sigo teniendo mis juguetes.
Y Julio volvió a su casa. Durante algunas semanas disfrutó de un juguete nuevo cada día, y la emoción que sentía al estrenar un juguete todas las mañanas le hizo olvidar su falta de amigos. Pero no había pasado ni un mes cuando sus juguetes comenzaron a resultarle aburridos. Siempre hacían lo mismo, y la única forma de cambiar los juegos era inventÔndose nuevos mundos y aventuras, como hacía habitualmente con sus amigos. Sin embargo, hacerlo solo no tenía mucha gracia.
Entonces empezó a echar de menos a sus amigos. Se daba cuenta de que cuando estaba con sus amigos, siempre se les ocurrĆ­an nuevas ideas y formas de adaptar sus juegos ¡Por eso podĆ­an jugar con un mismo juguete durante semanas! Y tanto lo pensó, que finalmente llegó a estar convencido de que sus amigos eran mucho mejores que cualquier juguete ¡Pero si llevaba aƱos jugando con sus amigos y nunca se habĆ­a aburrido de ellos!
Y tras un año de mortal aburrimiento, al llegar la Navidad redactó para PapÔ Noel una humilde carta en la que pedía perdón por haber sido tan torpe de cambiar sus mejores regalos por unos aburridos juguetes, y suplicaba
recuperar todos sus antiguos amigos.
Y desde entonces, no deseó por Navidad otra cosa que tener muchos amigos y poder compartir con ellos momentos de juegos y alegrías, aunque fuera junto a los viejos juguetes de siempre..

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