miércoles, 1 de noviembre de 2023

El monstruo que tengo en mi habitación

 Un tétrico silencio se cuela en la habitación. Christian se levanta aterrado y enciende la luz.

Ahora sí, el monstruo que tanto tiempo había temido está ante los ojos de Christian.

Pero, por algún motivo, no le parece tan aterrador como se lo imaginaba.

Entonces se arma de valor y le dice -¿por qué quieres llevarte a mi gato, monstruo malvado?-

El monstruo, que sigue perplejo ante la situación, mira al niño y entre susurros de inseguridad contesta – Pe-pe-pe-pero el gato es mío.-

– Ah, pues no debes ser un buen amo cuando se esconde en mi cama, ¿no te parece? –

– Bueno, lo cuido lo mejor que sé, pero le encanta escaparse cada noche a tu cama.-

– ¿Cada noche? Ya entiendo todo lo que ha pasado. Tú has estado entrando en mi habitación por las noches para recuperar a tu gato.

– Si, lo siento mucho.- Contesta avergonzado el monstruo.

– ¿Sabes el miedo que me has hecho pasar?

– Pues no tenía ni idea. Pensaba que no me oías. Lo siento de veras.- el monstruo vuelve a disculparse. – No pretendía asustarte.

– ¿Cómo no voy a asustarme de un monstruo? – insiste Christian con pose de enfado.

– ¿Por qué deberías asustarte de mí?- contesta sorprendido.

– Pues porque eres un monstruo, claro está. – responde con rotundidad el niño.

– Pero los monstruos nunca hacemos daño a nadie. Yo soy como tú, pero de otro color y mucho más grande. Voy al colegio, juego con mis amigos y cuando mi gato se escapa, entro en tu mundo para recuperarlo, pero dime una cosa ¿conoces alguna historia real donde un monstruo haya atacado a un niño?

Christian se queda pensativo.

– Es cierto que nunca he oído hablar de un caso real sobre monstruos, ni en las noticias, ni en el periódico que leen mis padres.-

– Todo el mundo habla de los monstruos como seres imaginarios y malvados que se cuelan en las habitaciones de los pequeños – continua explicando el monstruo-pero están equivocados. Es cierto que los monstruos existen, pero no somos malos, ni hacemos daño a nadie, sólo somos distintos y vivimos en el mundo de la fantasía. Allí podemos estar tranquilos y vivir sin miedo a los humanos, pues en el mundo real seguro que todos nos querrían dar caza. Lo desconocido y distinto siempre os da miedo y, por eso, todos los seres imaginarios vivimos allí.

– Ya entiendo-susurra Christian- Que tonto he sido. Tienes razón, monstruo, he tenido miedo de lo desconocido, de lo que no podía ver, ni tocar. En realidad tú nunca me has hecho daño. Perdóname por haber desconfiado de ti sólo por ser distinto a mí.

A partir de ahora, nunca más tendré miedo de los monstruos, al fin y al cabo ¿quién dijo que los monstruos son malos?

– Ja ja ja ja, – ríe el monstruo- Gracias Christian. Ahora, ¿puedes devolverme a mi gato? Mañana tengo que madrugar y debo irme a la cama temprano, de lo contrario mis padres se enfadarán muchísimo.

Christian se siente muy identificado con ese comentario –mis padres también me regañan cuando me quedo despierto hasta tarde. Tú y yo no somos tan distintos.-

– Siempre que quieras puedes venir a visitarme, aunque tendrás que esperar a que todos duerman para no asustar a los miedosos humanos.

– Gracias Christian, me encantará visitarte y que podamos charlar sobre nuestros mundos. Por cierto, mi nombre es Mikel.

– Gracias a ti por hacerme entender que no debo tener miedo a los monstruos del mundo imaginario.

Aquella noche Mikel, Christian y Monster aprendieron a no tener miedo. Cada vez que se ven disfrutan enormemente contándose historias de sus dos mundos. No son tan distintos como los adultos dicen.

En la realidad y lo imaginario, sólo se diferencian en el miedo que tengas a lo desconocido.

Autora: Beatriz de las Heras García

No hay comentarios:

Publicar un comentario